Portal ANIAME

Eliminación de arancel a la importación de aceites Programa de Certificación de Calidad ANIAME Revista ANIAME Mensajes del presidente Reportajes Economía Tecnología Salud y nutrición Commodities Medio ambiente Seminario Notas de aceite Cultura Libros Crónica Entrevistas Mercados Datos Técnicos ACEITE DE PALMA Esquema del proceso de aceites comestibles Apéndice Calidad Biotecnología
Buscar
Búsqueda avanzada
El pronóstico del clima
 

Entrevistas
Artículos relevantes

» Cremería Americana.
» Colombia palmera.

Entrevistas


Colombia palmera.

Por
Feb 9, 2009, 12:58

En entrevista con ANIAME, el señor Jens Mesa Dishington, Presidente ejecutivo de Fedepalma desde 1989 puntualizó que la organización social, el cultivo ecológico y sustentable, y la coordinación productor agrícola, procesador de aceite e instituciones gubernamentales son los tres aspectos clave para el éxito de la palma de aceite en Colombia.

 

Colombia es el primer productor en Latinoamérica y el quinto en el mundo de aceites de palma y palmiste. Con un amplio programa del gobierno y la iniciativa privada han formado las Alianzas de producción estratégica para dar paso a que la palmicultura sea en la actualidad una de las actividades agrícolas más prometedoras del país.

 

El señor Jens Mesa destacó el importante papel que desempeña la sociedad en el desarrollo de la palmicultura; sin la cual –enfatizó- no sería posible que Colombia formara parte de los grandes productores de palma de aceite en el mundo. Recomendó la lectura de algunas publicaciones especializadas editadas por Fedepalma; por ejemplo, Los rostros de la palma y La agroindustria de la palma de aceite en Colombia, en donde se describen los principales lineamientos del desarrollo de este cultivo y se destaca el papel que juega la actividad gremial en el cultivo, extracción, cuidado, investigación y comercialización de la palma de aceite, Elaeis guineensis Jacq. (África), Elaeis oleifera (América) o “La reina de las oleaginosas” por su gran productividad.

 

Para Colombia, el cultivo de la palma de aceite que comenzó hace 80 años, impulsado por John Sanz Gómez y un grupo de pioneros que se adentraron en tierras indómitas donde, en aquél entonces, “la gobernabilidad y la institucionalidad eran tan sólo referencias lejanas” es hoy una de las actividades agroindustriales más importantes del país, con una producción que rebasa el millón de toneladas de aceites de palma y palmiste.

 

El camino ha sido largo y no siempre fácil. Sin embargo, pese a las dificultades propias del trópico y a la incredulidad de muchas personas que consideraban una locura intentar este cultivo en regiones tan “lejanas a todo”, gracias al trabajo constante, la perseverancia y el éxito que los pioneros tuvieron en las plantaciones, el cultivo empezó a ser un ejemplo para otros cultivadores.

 

Las Alianzas

En la actualidad, existen 110 Alianzas de producción estratégica que se rigen bajo el principio de integración y coordinación entre cultivadores de palma y empresarios que procesan y comercializan los aceites de palma y palmiste. La función de Fedepalma – señaló mesa- es precisamente, establecer el enlace entre estas entidades, el gobierno, las instituciones de investigación y desarrollo, y otros organismos internacionales. Cada una de las Alianzas recibe apoyo técnico (control de plagas, fertilizantes, equipo, productos biológicos), infraestructura, servicios (agua, luz, escuelas, hospitales), financiamiento con el Banco Rural y contratos de compra segura del fruto de la palma de parte de los industriales.

 

En tan sólo ochos años, con el programa Alianza se ha logrado sembrar 60 000 hectáreas en beneficio de unos 5,500 campesinos y sus familias que cuentan con unidades mínimas de terreno equivalentes a 10 hectáreas a fin de que la producción sea rentable. También existen los viveros o “polisombra” en donde, en su mayoría mujeres, que reciben un buen salario, cultivan, cuidan y hacen una rigurosa selección de las plántulas hasta que están maduras y listas para trasplantarse a las plantaciones. El mayor valor de la palma es su construcción social porque permite cultivos a pequeña escala que se van sumando a un proyecto de nivel nacional.

 

La capacitación, la práctica y el trabajo en la plantación

El cultivo de la palma de aceite se caracteriza por el empleo de una fuerza laboral de diferentes niveles de habilidad.

 

Por ello el Ing. Mesa señaló que la capacitación continua, la demostración por técnicos especializados y la práctica de los trabajadores en la plantación, y agregó que, este programa es importante para el gobierno porque permite a los agricultores contar con un cultivo rentable. Así que –prosigue Mesa- el cultivo de palma es una excelente alternativa para que los campesinos rechacen el cultivo de estupefacientes o abandonen la cacería ilegal de especies vegetales y animales en peligro y se integren de una manera segura y tranquila al desarrollo de la región.

 

En el campo, quienes atienden las labores saben que el manejo cuidadoso de los frutos en su cosecha, recolección y transporte, así como el procesamiento oportuno, determinan la calidad del aceite.

 

El diseño de la plantación con sus lotes, vías y canales y la ubicación de la planta de beneficio, son claves para la agilización de las labores de cultivo, mantenimiento, cosecha y transporte del fruto a la planta donde será procesado el fruto.

 

Los aceites de palma y palmiste representan en el mercado Colombiano el noventa por ciento de la producción de aceites y grasas, y cerca del sesenta por ciento del consumo de estos productos. Así mismo, las ventas al exterior se han incrementado en forma significativa desde 1990 y han logrado una participación importante en las exportaciones agroindustriales Colombianas.

 

La palma de aceite y el medio ambiente

Colombia ocupa el segundo lugar con mayor biodiversidad en el mundo. Esto significa que el cultivo de la palma de aceite tiene que tomar en cuenta esta condición ecológica. Hasta ahora la palma de aceite ocupa territorios que antes eran utilizados en otras actividades agropecuarias; en especial, ganadería de muy bajo rendimiento. A partir de ahí, los palmicultores colombianos se comprometen con el medio ambiente, adoptando una gestión de buenas prácticas que les permitan asegurar la competitividad frente a los estándares internacionales y estar atentos a favorecer la sustentabilidad. Los retos más importantes: el cuidado de la biodiversidad, conservar la pureza del agua de ríos y lagunas con plantas de tratamiento, manejo y reciclaje de subproductos, y extremar las medidas para evitar a toda costa los incendios.

 

Jens Mesa señaló que en el caso Colombiano, “la expansión del cultivo no implica la afectación de zonas de bosque tropical primario o incluso secundario, en razón de la amplia disponibilidad de tierras aptas dentro de la frontera agrícola y pecuaria. Quizás la única excepción, que por demás no apoyamos en Fedepalma, corresponde a la presencia de la oleaginosa en la zona de Urabá chocano, al noroeste del país, cuyos procedimientos son materia de investigación por las autoridades competentes a efecto de hacer cumplir la ley”.

 

Fedepalma: coordinación productor, empresa y gobierno

La Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), desde su fundación en 1962 ha impulsado toda suerte de iniciativas tendientes a incrementar la competitividad sectorial, priorizando aquellas actividades que los productores u otros particulares no están en capacidad de adelantar eficientemente de manera individual.

 

Por su naturaleza empresarial, Fedepalma estudia los riesgos inherentes al negocio, analiza los mercados, realiza ejercicios de prospectiva, explora alternativas y advierte sobre la realidad de la actividad palmera a los empresarios, de manera que puedan tomar sus propias decisiones.

Enviar por e-mailVersión para imprimir