Durante 2009, la industria aceitera nacional enfrentó uno de los años más complicados de su historia reciente porque, entre otras causas, tuvo que sortear un entorno de crisis económica y financiera mundial y local que le llevará a cerrar el año con una caída del Consumo Nacional Aparente de Aceites y Grasas de alrededor del 7%, siendo uno de los retrocesos más significativos de la última década. En este difícil contexto, una de las tareas más relevantes fue y sigue siendo, la búsqueda de una competencia leal, justa y transparente en el mercado mexicano de aceites y grasas, tanto entre las marcas de aceites mexicanos, como con lo aceites y grasas de origen importado.

La búsqueda de un comercio leal y transparente es un objetivo que adquirió especial relevancia en 2009 ya que, además de que la cadena agroindustrial de oleaginosas es una de las más abiertas con los países y regiones más poderosos del planeta, con los que México ha suscrito tratados de libre comercio; desde diciembre de 2008, el gobierno mexicano decidió unilateralmente eliminar los aranceles a la importación de aceites vegetales hacia todo el mundo.

En el caso de la industria aceitera, una de las restricciones a la exportación que más afecta a la cadena productiva de oleaginosas son los impuestos diferenciados a la exportación o DET (por sus siglas en inglés) porque tiene el mismo efecto económico que un subsidio a las exportaciones de bienes con mayor valor agregado, en detrimento de la primera etapa de la cadena de valor; es decir, de la molienda de oleaginosas.

Por ello, el tema de las restricciones a las exportaciones y, particularmente con este tipo de impuestos, adquiere gran relevancia por el impacto directo que tiene sobre la exportación de materias primas y por las distorsiones al comercio mundial. En este contexto, la Organización para la Cooperación de Desarrollo Económico (OCDE) conformó un foro multilateral con la finalidad de empezar a discutir esta problemática, reconocer que hablamos de un problema global, y para que el tópico llegue de lleno al foro multilateral por excelencia: la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Por la trascendencia del tema para el comercio mundial en general, y para el sector aceitero en particular, en el Apéndice de este número de la revista ANIAME encontrará usted las conclusiones del “Taller de Trabajo sobre Restricciones a la Exportación de Materias Primas”, en las que se destaca la urgencia de reconocer que, de acuerdo con las regulaciones de la OMC, las restricciones a la exportación deben tener el mismo tratamiento que los subsidios a la exportación.

Al igual que en otras ocasiones, las empresas aceiteras mexicanas están conscientes de que, en cada crisis, existen oportunidades; pero éstas, sólo pueden ser aprovechadas cuando la competencia entre empresas y productos se lleve a cabo en un campo de juego nivelado, parejo y equilibrado para tener un mercado de competencia libre y leal.

Lic. Enrique García Gámez
Presidente