Datos de la Encuesta Nacional de Salud 2006 demuestran que en México, la obesidad y diversos grados de desnutrición
coexisten simultáneamente en diferentes segmentos de la población; problema que, para la industria
aceitera nacional es de preocupación y motivo de búsqueda de soluciones pragmáticas y realistas.
En cuanto a la obesidad y el sobrepeso, todo parecería indicar que los aceites y las grasas vegetales tienen un
papel preponderante que es necesario atacar; sin embargo, la ingestión de grasa total de los mexicanos; es decir,
el 25% de la energía dietética está dentro de los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud
que oscilan entre el 15 y 30%. Aún así, frente a esta situación de riesgo, la industria aceitera nacional ha logrado
importantes ajustes en los procesos de producción y mejora de la calidad; en el perfil de ácidos grasos omega-3,
omega-6 y omega-9 de los diversos tipos de aceites que comercializa y desde luego el fomento a la producción
de semillas oleaginosas ricas en ácidos grasos monoinsaturados y polinsaturados.
Por otro lado, en los últimos dos años, el precio de los alimentos ha aumentado, afectando a toda la población,
pero en forma particular a las personas con menores recursos económicos que, en parte, explican la desnutrición.
A nivel mundial, las causas más profundas se deben fundamentalmente a una mayor demanda de aceites y proteínas
en los países asiáticos, la reducción de las tierras laborables y la disminución de la productividad agrícola
por inundaciones y sequías inesperadas como efecto del calentamiento global.
Panorama que indica que México necesita asegurar la disponibilidad de oleaginosas y disminuir la dependencia de
estos insumos del extranjero; medidas que, necesariamente tendrán que traducirse en la formación de estructuras
rurales capaces de aumentar la producción agrícola con estabilidad de precios y la posibilidad de fabricar más y
mejores alimentos accesibles para toda la población.
Educación para la salud, investigación y seguridad alimentaria son asuntos que en un futuro próximo, la industria
aceitera nacional estará vigilando más de cerca y estará alerta al cambio, con el convencimiento de que la inversión
en agricultura y el desarrollo de la industria de alimentos siempre tendrá efectos positivos a largo plazo y suficiente
capacidad para mitigar los problemas de obesidad y desnutrición.
Lic. Enrique García Gámez
Presidente