Se pronostica que para los próximos 40 años la emisión de gases invernadero aumentará en forma
alarmante, siendo el bióxido de carbono (CO2) el gas predominante. A la luz del cambio en el medio
ambiente, los científicos del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos con sede en Urbana,
Illinois, y en Raleigh, North Carolina, están tratando de determinar los efectos del incremento de
los gases invernadero, en especial del CO2 y el ozono, en la soya y el trigo, dos de los cultivos más
importantes del mundo entero.
CÁMARAS ABIERTAS PARA OBSERVAR HACIA EL INTERIOR
En la Unidad de Estudios Científicos de Vegetales en Raleigh,
los fisiólogos en vegetales Fitzgerald Booker, Kent
Burkey y Ed Fiscus estudian la forma cómo el cambio
climático podría afectar el desarrollo y productividad de
los cultivos de soya y trigo, así como los posibles cambios
en la composición del suelo agrícola por exposición
a niveles elevados de CO2 y ozono que existirán en el
2050 según proyecciones y estimaciones científicas.
El grano de soya, el trigo y otros cultivos se desarrollan
mejor en presencia de niveles elevados de CO2 porque
existe más carbón que las plantas necesitan capturar
durante la fotosíntesis. Sin embargo, estas mismas
plantas se dañan cuando los niveles de ozono a nivel del
suelo tienen niveles muy elevados. El ozono es un gas
invernadero que se forma con la quema de combustibles
fósiles que emiten gases que reaccionan con la luz solar
para formar ozono.
Se ha comprobado que los niveles de CO2 y ozono están
aumentando en forma significativa en todo el planeta.
Ante este hecho, el Panel Intergubernamental del Cambio
Climático, un panel internacional integrado por destacados
científicos, estima que los niveles de CO2 en 2050
pueden llegar a elevarse unas 1.5 veces más de lo que
existe hoy en día que se calcula alcanza las 380 partes
por billón. El panel también estima que el ozono que se
registra durante las horas del día en verano, ahora es
aproximadamente de 50-55 partes por billón y puede
aumentar un 20 por ciento más en el mismo período.
En forma paralela, se estudian los efectos a futuro en los
cultivos conforme se calcula aumentarán las emisiones de
gases invernadero a la atmósfera. Para ello, los investigadores
están llevando a cabo un proyecto a cinco años para
desmentir la creencia muy difundida en la que se acepta
que los sistemas de cultivo mejoran la calidad de la tierra
y permiten la secuestración de carbón cuando aumentan
los niveles de gases invernadero; en especial del CO2.
Los investigadores de Raleigh han construido 16 cámaras
abiertas, divididas en 4 secciones: 4 con niveles
elevados de ozono, 4 con niveles elevados de CO2, otras
4 con niveles elevados de ambos gases, y finalmente,
4 cámaras bajo control. En cada una de las cámaras se
bombea un 40 por ciento más de ozono y CO2 del que
se encuentra hoy en día en el aire del ambiente. También
se está filtrando carbón en el aire a fin de tratar de
reducir el ozono en las cámaras de control para observar
si es posible revertir el impacto en las plantas bajo la
presencia de diferentes niveles de ozono y CO2.
Además, los investigadores están colocando en las
cámaras residuos post-cosecha, como tallos, raíces,
semillas-huecas y hojas secas, fundamentalmente para
que el terreno semeje lo más posible a las condiciones
naturales que existen en la realidad. Para medir los
cambios del contenido de carbón y nitrógeno del suelo,
los investigadores toman muestras dos veces al año.
El CO2 que se bombea dentro de las cámaras tiene un
marcador de isótopos específico con el cual se puede
trazar la trayectoria del gas hacia las plantas y al interior
del suelo. Así mismo, se realizan análisis de las capas
vegetales más profundas del suelo para determinar
los posibles cambios en su composición y determinar
la cantidad de bacterias y hongos que existen en cada
estrato y para ver si las poblaciones de microorganismos
o las comunidades han cambiado.
Después de haber estudiado estos procesos durante
tres años, los resultados preliminares muestran una tendencia
a niveles elevados de carbón bajo la tierra en las
cámaras que tienen niveles elevados de CO2 pero esto
no sucede en las cámaras que tienen niveles elevados
de ozono. Los niveles elevados de CO2 también reducen
la cantidad de proteína en el harina de trigo de un 7 a un
11 por ciento; pero no se han encontrado diferencias en
el contenido de proteína en el grano de soya.
SOYFACE: NUEVA TECNOLOGÍA, NUEVA COMPRENSIÓN
Los investigadores que están trabajando en Urbana colaboran
con investigadores de la Universidad de Illinois en
Urbana-Champaign en el proyecto denominado “SoyFACE”.
(FACE: Soybean Free Air Concentration Enrichment
- Soya con Aumento Libre de Aire Concentrado) que también
mide la manera como el incremento proyectado de
CO2 y de ozono podría afectar la producción de soya.
La tecnología que utiliza FACE es un método científico
que fue utilizado por vez primera en ARS para la
investigación de los cultivos bajo la dirección de Bruce
Kimball, fisiólogo en plantas de ARS y Jack Mauney
(ahora ya retirado), en colaboración con los científicos
del Laboratorio Nacional Brookhaven del Departamento
de Energía de Estados Unidos, que les permitió llevar a
cabo pruebas con las plantas en condiciones del medio
ambiente natural al aire libre. Los científicos de ARS
Don Ort, Lisa Ainsworth y Carl Bernacchi, de la Unidad
de Investigación en Fotosíntesis, y Randall Nelson, de la Unidad de Investigación del germoplasma, patología
y genética de la soya/maíz, utilizan esta tecnología para
producir condiciones atmosféricas semejantes a las que
se predice podrán existir hacia el año 2050.
Los científicos de ARS Carl Bernacchi, Don Ort y Lisa Ainsworth en el campo experimental de
soya que ha sido tratado con elevados niveles de CO2 del Programa SoyFACE de la Universidad
de Illinois en Urbana. (Foto: Agricultural Research, 2009)
Para cada prueba en esta investigación se utilizan pipas
horizontales en forma de octágonos con cerca de 21
metros de diámetro. Con ayuda de la computadora se
mide la dirección y la velocidad del viento, y entonces
se lanzan cantidades concentradas de CO2 y de ozono.
El viento hace lo suyo y dispersa los gases sobre el
campo de cultivo de soya.
“Al inicio de este proyecto, queríamos observar y
entender la forma como el CO2 y el ozono afectan en
forma independiente el cultivo de soya”, señaló Ort.
“Encontramos que la cosecha se soya se incrementa
en cerca de un 12 por ciento con los niveles elevados
de CO2 que se predice existirán en el 2050, lo que
indica que es una cantidad mayor a lo que otros estudios
ya habían estimado con anterioridad. También han
encontrado que el incremento de los niveles de ozono
dañan la producción con reducciones de hasta un 20
por ciento. De hecho, nuestro estudio mostró que los
niveles actuales de ozono reducen la productividad de
la soya hasta en un 15 por ciento”.
Los resultados de estos estudios independientes permiten
a los científicos examinar los efectos combinados del CO2 y
del ozono en la soya. Han encontrado que un nivel elevado
de CO2 puede contrarrestar parcialmente los efectos nocivos
del ozono. Estos descubrimientos que se han realizado
con SoyFACE confirman los resultados generales que se
han obtenido con los estudios en las cámaras abiertas
sobre los efectos del CO2 y del ozono para medir la productividad
de las cosechas y que han sido conducidos en Raleigh y otras localidades. Sin embargo, la habilidad de la
tecnología de SoyFACE confirma los resultados generales
que se han obtenido con estudios realizados en cámaras
abiertas por la parte superior para medir el efecto del CO2
y del ozono en los campos de cultivo de soya y trigo, sin
modificaciones en el medio ambiente que las mismas cámaras
causan, lo que significa una mayor confiabilidad en
los resultados y en la comprensión de la manera como las
plantas responden al mundo real, incluyendo las actuales
estimaciones del impacto de los gases invernadero en la
productividad de los cultivos. Estos son grandes avances
en la investigación de los efectos del cambio climático,
aumento de gases invernadero, calentamiento global y
cambios en la composición del suelo en la agricultura; no
obstante, los investigadores coinciden en que todavía hay
un gran camino por recorrer. En un futuro será necesario
incrementar los estudios y la observación acerca de los
factores de interacción que entran en juego con la presencia
de ozono a nivel del suelo y que hay proyecciones
que indican que se incrementarán en forma significativa a
mediados de este siglo.
En fechas recientes, los científicos han empezado a estudiar
el efecto en la soya con factores combinados. Por
ejemplo, presencia de ozono y aumento en la temperatura
del ambiente; incremento de las sequías y de la temperatura
ambiental, sequía y aumento del CO2; aumento
de CO2 y aumento en la temperatura. También existen
líneas de investigación para medir la cantidad de carbón
que existe en la tierra agrícola y cómo estos cambios
afectan la producción de soya, trigo y otros cultivos. Estos
proyectos proporcionan información valiosa que puede
ayudar a los agricultores a desarrollar con más eficiencia
plantas útiles como son la soya, el trigo y otros cultivos,
adaptándolas a los nuevos cambios y transformaciones
del medio ambiente.
Estas investigaciones son parte de los Programas Nacionales de ARS: Programa Air Quality (#203), Global Change (#204), y Plant
Biological and Molecular Processes (#302). (Mayor información
en: www.nps.as.usda.gob).
* Stephanie Yao y Dennis O’Brien.
Agricultural Research. November-December 2009, p.p. 10-11.