Por décadas, la hipótesis de las dietas para el corazón han dominado nuestro entendimiento de los
efectos de la composición de los alimentos sobre el riesgo de las enfermedades cardiovasculares
(ECV). La hipótesis establece que las personas con niveles elevados de colesterol LBD (lipoproteína
de baja densidad, o colesterol “malo”) tienen un riesgo mayor de ECV. Por lo tanto, la ingesta de
alimentos que causen un aumento en el colesterol sérico o LBD, tales como las grasas saturadas,
debieran resultar en un riesgo de incrementar las enfermedades cardiovasculares.
Una gran cantidad de datos generados en las últimas
dos décadas muestra que el efecto de la grasa saturada
sobre las enfermedades cardiovasculares (ECV) no es
tan simple como parece, y que las grasas saturadas
pueden no ser tan malas como alguna vez se pensó.
Hace poco más de 20 años, un componente del colesterol
sérico llamado LAD (lipoproteína de alta densidad,
o colesterol “bueno”) se descubrió que tenía el efecto
opuesto sobre el riesgo de ECV al del colesterol LBD.
Diferentes tipos de ácidos grasos en la dieta tienen
efectos independientes sobre las LBD y LAD; consecuentemente
es crítico incluir estos dos componentes
en cualquier discusión sobre grasas saturadas. El más
cercano y exacto indicador de riesgo de ECV es la relación
de LBD a LAD (LBD/LAD) o su cercana relación de
colesterol total a LAD que es comúnmente usada por
la profesión médica.
La consideración del efecto de los ácidos grasos individuales
sobre el riesgo de ECV se inició formalmente en
la década de los 80’s cuando los investigadores Scott
M. Grundy y Margo A. Denke y otros descubrieron que
el consumo de ácido esteárico (un ácido graso saturado
de 18 átomos de carbono presente en grasas animales
y manteca de cacao) no parecía aumentar los niveles de
colesterol sérico o colesterol LBD en humanos. Esta
observación contrastaba con otras grasas dietéticas saturadas
comúnmente encontradas tales como los ácidos
palmítico, mirístico y laúrico que eran reconocidos por
aumentar el colesterol sérico. La hipótesis de las dietas
para el corazón predecían que si el ácido esteárico no
elevaba el colesterol sérico o el colesterol LBD, entonces
tampoco debiera aumentar el riesgo de ECV.
Grundy y sus colegas también encontraron que el contenido
del ácido oleico (C18:1) se incrementaba en el
suero sanguíneo después de la ingesta de ácido esteárico.
Esto los llevó a especular que el ácido esteárico
podría ser rápidamente metabolizado en ácido oleico
después de la digestión.
Una teoría fué formulada de que el ácido esteárico podría
no aumentar el riesgo de ECV debido a que era rápidamente
convertido a ácido oleico y actuaba más como
una grasa insaturada con respecto a su efecto sobre el
colesterol. Si esto era correcto, ello sería una proposición
atractiva—una grasa sólida y funcional que se pensaba
no afectaba el riesgo de ECV. Pero, nuevas investigaciones
estaban por poner en duda esta teoría.
En la década de los 90’s, dos grupos de investigación
independientes se dieron a la tarea de probar que el
ácido esteárico era rápidamente convertido a ácido
oleico después de su ingesta por humanos. Un estudio
fue llevado a cabo por científicos en el Departamento
de Agricultura de Estados Unidos (USDA) usando ácido
esteárico-etiquetado con 13C, y un segundo estudio
independiente por Rhee y co-investigadores (1997) en la Universidad de Cornell (Ithaca, New York, USA) usando
ácidos grasos etiquetados con deuterio (2H). El etiquetado
con isótopos estables (13C o 2H) permite que el
destino metabólico de una substancia sea exactamente
rastreada a través del cuerpo. El USDA encontró que
menos del 10% de ácido esteárico se convertía a ácido
oleico y los investigadores de Cornell encontraron que
poco más del 10% era convertido. Estos estudios mostraron
claramente que el ácido esteárico no se convertía
a ácido oleico en cantidades significantes en humanos y
que el ácido esteárico no es ácido oleico “disfrazado”.
El segundo problema con la teoría del ácido esteárico
fue la seguridad de la hipótesis de las dietas para el
corazón, en las que el riesgo de ECV era solamente
dependiente del colesterol total o del colesterol LBD.
Como se mencionó antes, el colesterol LAD se encontró
que tenía el efecto opuesto en las ECV de los que
tenía el colesterol LBD. Para fines de los 90’s muchos
estudios sobre el ácido esteárico y otros ácidos grasos
en humanos incluyeron mediciones de colesterol LAD
lo mismo que del colesterol total y colesterol LBD. El innovador
estudio en 2003 dirigido por Ronald P. Mensink
y co-investigadores en la Universidad de Maastricht en
Holanda combinó los resultados de 60 estudios dietarios
cuidadosamente controlados en un meta-análisis.
Combinando los estudios en esta forma presenta una
imagen más confiable de un campo de investigación
que solamente seleccionando estudios individuales.
El meta-análisis confirmó investigaciones anteriores de
que el colesterol LBD y el colesterol total no se incrementaban
por el consumo de ácido esteárico. Pero el
estudio también reveló que el ácido esteárico no aumentaba
los niveles del colesterol LAD en sangre. Esto fue
un resultado significante ya que todas las otras grasas
saturadas (palmítico, mirístico, y laúrico) se encontró que
aumentaban los niveles de colesterol LAD, junto con su
conocido efecto de elevar el colesterol LBD.
Las grasas trans no aumentaban el LAD en sangre, pero
si aumentaban mucho el LBD. No hubo diferencia significante
en la relación colesterol total/colesterol LAD entre
personas en una dieta alta en ácido esteárico o en una
dieta alta en ácido palmítico indicando que no hay diferencia
de riesgo de ECV entre estos dos ácidos grasos.
ENFERMEDADES DEL CORAZÓN
Subsecuente a la publicación del meta-análisis de Mensink,
el Centro de Investigación en Nutrición Humana
de USDA de Beltsville (Maryland USA) decidió llevar a
cabo el más extenso y más cuidadosamente controlado
estudio dietético a la fecha que compara el ácido esteárico
con otras grasas dietéticas saturadas. Este estudio
confirmó que el ácido esteárico no eleva el colesterol
LAD, y que una combinación de otras grasas saturadas
(palmítico, mirístico y laúrico) si lo hace. La ingesta de
ácido esteárico resultó en una relación ligeramente
mayor de colesterol total a LAD en comparación con
las otras grasas saturadas que se probaron.
El estudio del USDA, el cual fue publicado en el 2002,
también encontró que el ácido esteárico incrementaba una
señal de inflamación, un efecto no visto para otras grasas
saturadas. La ciencia emergente indica que una inflamación
de fondo puede estar asociada con un riesgo incrementar
el ECV. Algunos otros estudios no han encontrado
inflamación aumentada con la ingesta de ácido esteárico
en bajos niveles. Sin embargo, con el advenimiento de
productos y oleaginosas modificadas conteniendo niveles
incrementales de ácido esteárico, la ingesta dietética de
ácido esteárico es muy probable se aumente significantemente,
sugiriendo que el impacto del ácido esteárico sobre
la inflamación merece mayor investigación.
La evidencia directa enlazando el ácido esteárico y
otras grasas saturadas con la incidencia real de ECV
no se tiene. El Estudio de Salud de las Enfermeras, un
extenso estudio de observación directa bajo la dirección
de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la
Universidad de Harvard, intenta correlacionar la ingesta
de varios componentes dietéticos en un período de
varios años con la incidencia de varias enfermedades,
incluyendo enfermedades del corazón. En 1999, algunos
datos fueron publicados comparando el efecto de los
ácidos palmítico y esteárico con la incidencia de ECV,
pero no se pudo encontrar diferencias entre las grasas.
Aunque se encontraron que estos datos corresponden
con las predicciones de la relación colesterol total a
LAD, mucho más investigación usando estudios de intervención
controlada con las ECV como un punto final
son necesarios antes de que pueda establecerse una
relación directa entre las grasas saturadas individuales
y la incidencia de ECV.
El ácido palmítico está presente en la dieta humana
a aproximadamente una relación de 2:1 con el ácido
esteárico. Es el producto primario de la síntesis de
grasa en el cuerpo humano y se encuentra incorporado
dentro de la mayor parte de nuestras membranas
celulares. Como se mencionó antes, el ácido palmítico
dietario se cree que difiere del ácido esteárico dietario
con respecto a su efecto sobre los componentes de
colesterol en el suero sanguíneo.El meta-análísis de
Mensink de 60 investigaciones mostró que la ingesta
de ácido palmítico resultó en niveles mayores séricos de
tanto colesterol LBD como colesterol LAD comparados
con la ingesta de ácido esteárico. Los más altos niveles
séricos de LAD se cree que protegen contra el riesgo de
ECV, y el nivel incrementado de LAD debiera ser visto
como una medida racional para contrarrestar el riesgo
potencial de un incremento en el colesterol LBD sérico.
Las relaciones resultantes de colesterol total a LAD para
los ácidos palmítico y esteárico no son estadísticamente
diferentes lo cual predice que no hay diferencia en el
riesgo de ECV entre los ácidos palmítico y esteárico. El
estudio del USDA cuidadosamente controlado (2002)
mostró una relación ligeramente más baja de colesterol
total a LAD para una mezcla de ácidos palmítico y laurico
comparada con la misma para el ácido esteárico. Finalmente,
el Estudio de Salud de las Enfermeras no pudo
encontrar ninguna diferencia en riesgo de ECV entre los
ácidos palmítico y esteárico.
En promedio, hay poca o no evidencia de que los ácidos
palmítico y esteárico difieren con respecto al riesgo de
ECV. Esto es debido no solamente a los efectos diferentes
que estas grasas tienen sobre el colesterol total y el
colesterol LBD pero también al efecto benéfico del ácido
palmítico sobre el colesterol LAD, el cual está ausente
con el ácido esteárico. Esta ausencia de una diferencia
se refuerza aún más por el hecho de que el ácido esteárico
dietario no se convierte significantemente en ácido
oleico en los humanos.
Pero la relación de colesterol total a LAD visto tanto con
ambos ácidospalmítico y esteárico implica que habría un
efecto menor sobre el riesgo de ECV de cualquiera de los
dos ácidos grasos saturados. Esta suposición bioquímica
está validada por un creciente cuerpo de datos epidemiológicos
que sugieren que las grasas saturadas en general
pueden no ser tan malas como alguna vez se creyó.
*Gerald McNeill.- es director de investigación y desarrollo para
Loders Croklaan NA en Channahan, Illinois, USA. El puede ser
contactado en [email protected], Artículo traducido
por Ing. José Becerra Riqué [email protected]