Surgimiento en Francia de la gastronomía
como ciencia y como arte a fines del Siglo
de las luces y durante los primeros años del
México Independiente con nuevos sabores,
aromas y colores de tierras lejanas.
Unos años después de las luchas de Independencia, hacia
1830, la influencia de los franceses en México se acentúa
junto con una fuerte reacción antihispánica que suprime
el comercio con los opresores y traza un ancho camino
al mercado y el intercambio de productos investidos de
novedad, exotismo y prestigio entre ambos países.
En esta época en Francia culmina el Siglo de las luces también
llamado Era de la Ilustración y la razón e inicia la era de
las Revoluciones; entre las que sobresalen la Revolución
de Independencia de Estados Unidos (1770), la Revolución
Francesa (1789) bajo las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que caracterizarían a los gobiernos democráticos y el
primer Romanticismo en las bellas artes; la Revolución de
la Independencia Mexicana (1810) con la culminación del
barroco e inicio del nacionalismo del siglo XIX; un período
de la historia que culmina con la Revolución industrial en
Inglaterra (alrededor de 1880) y las grandes ideas sociales
y filosóficas de Hegel, Darwin, Marx y Freud.
Será el Siglo XIX el de la revolución científica con predominio
de la razón e inicio de los grandes descubrimientos
geográficos por vía terrestre o marítima con un gran interés
por el conocimiento y valoración del mundo y la cultura no
europeas y, en consecuencia un gran incremento comercial
de muy diversas mercancías y delicias gastronómicas
como el azúcar de las islas del Caribe, la canela y el clavo
de Ceylán y Filipinas, la papa del Perú; el maíz, cacao,
cacahuate, jitomate, la aromática vainilla, el guajolote, el
chile, semillas y otros vegetales de México. Ingredientes
que contribuyen al enriquecimiento de la gastronomía francesa
con nuevas sustancias, texturas, aromas, sabores y
colores, que en conjunción con otros elementos culturales
fomentan la creación de la cocina científica, académica y
artística que se hace patente con la publicación en 1780 en
París de L’Art de cuisinier de Antoine Beauvilliers, la haute
cuisine, guía para los restaurantes, los grandes banquetes
y las pastelerías francesas.
LA GUERRA DE LOS PASTELES Y LA HAUTE CUISINE FANCAISE
Pese al gran intercambio comercial entre México y
Francia, varios acontecimientos, sin real importancia,
detonaron la primera intervención francesa en México
que inició con el reclamo de indemnización de la cuenta
pendiente al pastelero Lefort en su establecimiento de
Tacubaya por el consumo de pasteles, empanadas, hojaldres
y mazapanes que un buen día, algunos oficiales del
presidente Santa Anna habían disfrutado y habían salido
del establecimiento sin pagar. Éste y varios otros acontecimientos
menores hicieron que el barón Deffaudis,
embajador de Francia en México, pusiera la queja y que
el gobierno francés enviara una flota marítima a Veracruz
bajo amenaza de guerra que culminó en 1839.
¿Cuáles son los méritos de esta gastronomía para que sea
tan famosa y ensalzada en el mundo entero? Para Salvador
Novo (1904-1974). “La cocina francesa lanza a los viajeros
al descubrimiento de nuevos estímulos gustativos”, como
el chocolate, que junto con el maíz, fuera una de las primeras
delicias mexicanas que conocieron los franceses y con
el que elaboran una gran cantidad de platillos dulces.
VIVE LA FRANCE
“Restaurantes y hoteles fueron desde el principio actividades
a que los franceses se dedicaron con éxito y pericia
en el México del siglo XIX” –nos cuenta Salvador Novo-
“y consistió sobre todo en elevar el nivel de la elegancia
en torno de la mesa... Una minuta redactada en francés
confería una clara superioridad a quien pudiera descifrarla,
y le extendía una patente de aristocracia, distinción y mundanidad. ¿Quién iba a pedir un caldo con verduras y
menudencias como el que sorbía y soplaba en su casa, si
en la minuta del restaurant podía señalar el renglón que
anunciaba lo mismo, pero con el nombre elegante de
petite marmite? ... ¿Quién como los franceses para lo que
se ha jerarquizado como haute cuisine –la ‘alta costura’
del sartén y la olla?” –y sigue Novo preguntando- “¿Y las
crepes? Cierto es que a primera vista se parecían mucho
a las tortillas; pero como un tío rico conserva un remoto
aire de familia con sus parientes pobres” (Novo: 128).
Pastel rococó con adornos “nacionalistas”
propio de la cocina francesa de la primera
mitad del siglo XIX.
En Francia, alrededor de 1830 con el reinado de Louis-
Phillipe Duque de Orléans, los nuevos ingredientes
enriquecían el gusto de los golosos, de los glotones y de
los comelones, tal como los había ridiculizado muchos
años antes F. de Rabelais en su novela Gargantúa y
Pantagruel (ca.1540), con una refinada sofisticación en
la decoración de los platillos, las vajillas, los cubiertos, la
mantelería, el servicio y la ambientación del espacio con
obras de arte y centros de plata y cristal con arreglos de
flores, frutas frescas y confitería estilo rococó.
POSTRES, DULCES Y CONFITERÍA
En esta época eran muy apreciados los platillos dulces. Los
libros de cocina contenían numerosas recetas para pasteles,
pastelillos, confitería y galletas. La influencia árabe,
española e italiana fue muy importante para la elaboración
de jarabes, salsas, sorbetes, empanadas, mazapanes, hojaldres
y los recién inventados ‘biscuits’, elaborados con
huevo, semolina de trigo, mantequilla y condimentados
con varias semillas oleaginosas; almendra, nuez, pistache,
¡Es conveniente que los mazapanes sean de tamaño similar
en cada entrada al horno!
Deje reposar los mazapanes en la charola del horno por
espacio de 24 horas.
Con un pincel, unte toda la cara del mazapán con las
claras de huevo.
Precaliente el horno a 200°C.
Hornee no más de 2 minutos cada charola de mazapanes.
Deje enfriar.
Los mazapanes se pueden decorar con chocolate de
cobertura fundido a ‘baño-maría’.
¡Disfrútelos!
piñón, avellana, cacahuate, dátil y grandes cantidades de
azúcar y miel que aromatizaban con limón. canela, azafrán,
vainilla, chocolate y jaleas de frutas.
El comer, pues, también sustentaba y nutría las manifestaciones
culturales, artísticas y sociales. No en balde
el historiador-sociólogo francés Fernand Braudel (1902-
1985) escribió que “un simple olor de cocina puede
evocar toda una civilización”.
Notas
Flandrin, Jean-Louis & Massimo Montanari, editors. (1996). Food : A
Culinary History from Antiquity to the Present. New York, Columbia
University Press / Penguin books.
Novo, Salvador. Cocina mexicana: Historia gastronómica de la Ciudad
de México. (1967). México, Editorial Porrúa.
MAZAPAN DE ALMENDRA
De origen árabe-andaluz, el mazapán fue enriqueciéndose
con nuevos ingredientes, nuevas figuras y nuevas maneras
de prepararlos, incluyendo el cacahuate en polvo y
el chocolate.
INGREDIENTES
500 g de almendra en polvo.
500 g de azúcar glass
1 clara de huevo sin batir.
2 o 3 claras de huevo (para untar)
PROCEDIMIENTO
Tamice en un cernidor (colador) la almendra en polvo y
el azúcar glass.
Mezcle poco a poco los dos ingredientes con la clara;
poco a poco y amasando bien. Lleva su tiempo, porque
hay que amasar muy bien hasta que se logre una pasta
homogénea.
Deje la masa un par de horas en reposo.
Prepare las figuras. Puede utilizar moldes pequeños
untados levemente en aceite. También puede hacer a
mano figuras, utilizando la imaginación.
Colóquelos en una charola para horno.
¡Es conveniente que los mazapanes sean de tamaño similar
en cada entrada al horno!
Deje reposar los mazapanes en la charola del horno por
espacio de 24 horas.
Con un pincel, unte toda la cara del mazapán con las
claras de huevo.
Precaliente el horno a 200°C.
Hornee no más de 2 minutos cada charola de mazapanes.
Deje enfriar.
Los mazapanes se pueden decorar con chocolate de
cobertura fundido a ‘baño-maría’.