El año 2007 dejó clara la elección una vez
más para las empresas mexicanas: la única constante es el cambio.
Empezamos y terminamos 2007 desarrollando nuestra actividad –la producción
de aceites y grasas comestibles para la alimentación y de pastas oleaginosas
para la alimentación animal- en un entorno muy distinto del tradicional,
en un contexto de mercado con nuevas variables de alto y directo impacto sobre
el balance de oferta y demanda de materias primas agrícolas y de productos
agroindustriales.
Hoy por hoy, cuando existe un importante debate sobre los beneficios de los
biocombustibles para el medio ambiente, su producción es impulsada decididamente
por los gobiernos en diversas naciones y regiones del mundo, particularmente
en la Unión Europea, en Estados Unidos, en Brasil, en Argentina, en
Malasia. La creciente capacidad para producir biocombustibles –biodiesel
y etanol- ha creado una nueva demanda, adicional para la agricultura mundial
que hace pensar a muchos que podríamos enfrentar una crisis alimentaria
mundial si no se modifican las políticas gubernamentales que respaldan
esta gran expansión de la industria de biocombustibles. Así esta
nueva competencia por las materias primas agrícolas se agrega a otra
serie de factores a los que ha tenido que irse adaptando el sector aceitero
de México y el mundo. Destacan entre estas variables tradicionales,
aquellas relacionadas con factores de nutrición y de salud, que han
tomado particular relevancia para los consumidores en los últimos años.
¿Y qué estamos haciendo como sector agroindustrial? En principio,
concretando proyectos con el gobierno mexicano para fomentar la siembras de
oleaginosas en el país, con el objetivo de contar con materias primas
de calidad. Desde luego, el camino es arduo pero se empiezan a dar los primeros
pasos con éxito dentro del Programa Nacional para la Producción
de Oleaginosas 2007-2012, una estrategia integral, formal y de participación
a lo largo de la cadena productiva de oleaginosas.
Por otro lado, las empresas aceiteras mexicanas consolidan su compromiso con
la calidad mediante una serie de programas de certificación de calidad,
la elaboración de nuevas normas mexicanas que fijan altos estándares
para los procesos de producción y para los productos grasos que fabricamos.
Desde luego, la capacitación es fundamental para nuestros técnicos,
por lo que en conjunto con agrupaciones afines nos hemos dado a la tarea de
organizar eventos que tienen como objetivo compartir con los expertos los adelantos
tecnológicos, de procesos, de supervisión que tienen como denominador
común la búsqueda de un proceso productivo de excelencia.
Finalmente, es tarea de las empresas aceiteras generar información
veraz y oportuna para el consumidor, sobre la importancia de distinguir entre
los diferentes tipos de grasas y aceites que existen, destacando los beneficios
de los aceites de origen vegetal y la importancia que tienen para la dieta
del ser humano.
En resumen, consideramos que entendiendo el nuevo y mayor dinamismo de las
variables que impactan a la oferta de materias primas agrícolas y acatando
las nuevas exigencias de la demanda, tanto de lo0s consumidores de aceites
y grasas que se incorporan en otros alimentos como de los consumidores finales,
las amas de casa, y los productores de alimentos balanceados para el sector
pecuario es el único camino para que las empresas aceiteras mexicanas
desempeñen con éxito su actividad industrial.
Y desde luego, lo importante es que cada reto representa al mismo tiempo una
oportunidad.
LIC. ENRIQUE GARCÍA GÁMEZ Presidente
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