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¿Por qué sembrar oleaginosas en México?

Por Susana Garduño Solana
Oct 30, 2007, 18:18

 

Productores agrícolas y procesadores de alimentos.

Hace no más de 20 años, agricultura e industria solían ser dos actividades separadas, casi independientes. Se cultivaba la tierra y sus productos se comercializaban directamente al mayorista, a su vez, la industria de alimentos compraba lo que tenía a su disposición y vendía directamente al mayorista; a su vez, la industria de alimentos compraba lo que tenía a su disposición y vendía directamente al consumidor. Pero los tiempos han cambiado: campesinos y empresarios se dan la mano, o al menos, eso se espera que suceda.

En aquella época, el papel del gobierno se limitaba a proteger los intereses de los agricultores y de los industriales como si fueran distintas entidades, que a nos ser por los intermediarios, tenían muy pocas líneas de comunicación. El gobierno legislaba y establecía las normas para definir la propiedad de la tierra - por ejemplo, el ejido en México -, los planes agrícolas, el régimen del agua, los subsidios y las cuotas de cultivos de granos básicos, entre otras cosas.

En aras de proteger el maíz y otros cultivos, la política gubernamental mantenía un sistema de precios topes, controlaba directamente los sitios, los almacenes, la distribución, el mercado interno y de exportación de los granos y semillas. El País parecía ser autosuficiente, al menos esa era la información oficial.

Muchísimos eran los campesinos que sembraban el campo, fundamentalmente maíz, frijol y calabaza con el sistema de milpa, trilogía agrícola propia, característica en toda la región mesoamericana, y que bajo nuestro criterio, debe seguir y el gobierno debe apoyar, no sólo por estas compuesta de cultivos ancestrales y simbólicos o base de las tradiciones culinarias de México, sino por si gran valor nutritivo y por la enorme diversidad genómica que no debe perderse por ningún motivo. Del peligro de perder esta capacidad alimentaria, muestran la controversia sobre el riesgo de sembrar maíz transgénico en las zonas centrales y del sur del país, conflicto de intereses y tradiciones que aumenta debido a la creciente utilización de maíz en la producción de etanol, con el riesgo de provocar escasez, especulación y aumento de precios en todos los granos y semillas.

Hacia la década de 1980, la población mexicana aumentó en forma considerable, aunado al proceso de urbanización e industrialización, al tiempo que registraba una importante reducción de las tierras agrícolas, escasez de agua para riego y disminución en la productividad agrícola por hectárea. El ideal de la autosuficiencia se desvanecía aunado con políticas agrícolas poco acertadas. Panorama nada alentador que ponía en serio peligro el suministro de alimentos. Era tiempo de innovar, de poner en marcha sistemas agrícolas más eficientes y tecnología más moderna para procesar alimentos. Se requería mejorar la producción agrícola y mayor eficiencia en la conservación y comercialización de alimentos con procesos que permitieran un desperdicio mínimo y, simultáneamente, mayor disponibilidad a precios accesibles. Productores agrícolas e industriales se dieron la mano. Surgía la agroindustria

La industria aceitera

La estructura de la oferta nacional de productos oleaginosos ha estado determinada, en primer lugar por la sustitución de aceites con poco peso en la agricultura mexicana como el de soya y colza-canola, en vez del cártamo y el algodón, con los que ya se tenía experiencia: en segundo lugar por el predominio mundial de la soya, y en tercer lugar, por la forma en que la industria nacional se ha venido articulando al sector externo para la fabricación de aceites y pastas proteínicas. De este panorama surgen las siguientes preguntas:

¿Por qué promover la siembra de oleaginosas en México? ¿Por qué precisamente soya, canola y cártamo? ¿Cómo unificar criterios entre campesinos y empresarios? Preguntas centrales que expertos técnicos y promotores del campo han empezado a resolver y cuyas respuestas, quizá hoy por hoy, sean preliminares, pero permiten la puesta en marcha el Programa Nacional de Producción de Oleaginosas 2007-2012 integrado por el Comité Nacional Sistema Producto Oleaginosas (CONASIPRO), Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA). Organizaciones de Productores, el Instituto Nacional de investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), y la industria Aceitera Nacional.

Nuevos horizontes para la industria aceitera

"El desarrollo del cultivo de oleaginosas es prioritario para el país, pues representa un asunto de interés nacional", aseveró el Ing. Alberto Cárdenas Jiménez, Secretario de SAGARPA durante la presentación del Programa Nacional de Producción de Oleaginosas el pasado 9 de Mayo, en la ciudad de México, ante representantes del Comité Nacional Sistema Producto Oleaginosas e instituciones que lo integran, cuyo objetivo central es la búsqueda de horizontes más modernos para la agricultura y la industria alimentaria en México.

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