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Aves de rapiña: ¿Una guía del bienestar ecológico?

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Abr 14, 2008, 14:25

Por mucho tiempo se ha pensado que la presencia de aves migratorias y de rapiña es una guía para medir la biodiversidad y equilibrio ecológico de una región.

La opinión de los ecologistas está dividida en lo que se refiere a la presencia de aves que habitan determinado ecosistema cono un buen síntoma de conservación de la biodiversidad, reportó Matt Kaplan en Native-on-line de Agosto. El debate puede indicar que los conservacionistas deberán re-examinar y evaluar la mejor forma de asignar reservas naturales prioritarias.

Por mucho tiempo, los conservacionistas, han observado que grupos de especies reflejan la diversidad total de un área. Estos indicadores pueden ayudar a identificar los sitios que requieren de protección.

En base al análisis de la cantidad y diversidad de aves de rapiña, Fabrizio Sergio, investigador de la Estación de Investigación Biológica Doñana en España, y sus colegas han argumentado que el máximo de predadores puede ser justo uno de los indicadores. Con su trabajo en los Alpes Italianos, han encontrado que el número de aves de rapiña que existe en un lugar determinado es un buen indicador que refleja la existencia de otras especies en el mismo lugar.

Esta observación parece tener sentido. Los predadores importantes como los rapaces y grandes felinos necesitan un hábitat de gran extensión y con poblaciones vegetales y animales variadas. Y como los predadores han aparecido en las imágenes de los niños para que entiendan lo que es conservación, se piensa que esta estrategia es buena y está en beneficio de este tipo de hábitat como un todo.

Pero, un grupo de ecólogos publicaron recientemente en Journal of Applied Ecology, encabezados por Mar Cabeza de la Universidad de Helsinki, un artículo en el que afirman que es un error generalizar la biodiversidad de un ecosistema de acuerdo con la presencia de aves de rapiña, y suponer que en general, los grandes predadores son un buen indicio de biodiversidad. “Para sugerir que los grandes predadores son indicadores de biodiversidad sana, cuando la investigación únicamente se ha centrado en las aves de rapiña existentes en una pequeña región es una generalización muy peligrosa”, señaló Cabeza. “Debemos emprender nuevos estudios antes de hacer recomendaciones”.

Devoradores sin remilgos
Algunos predadores, señaló el equipo de Cabeza, podrían comer de las diferentes especies que encuentran en la cadena alimentaria, inclusive cambiando roedores por insectos, en caso de no encontrarlos. Esto les permite sobrevivir en ecosistemas muy degradados. Por ejemplo, Madagascar, tiene pocos predadores; sin embargo, es un sistema rico y muy complejo con especies únicas en el mundo.

Dave Augeri biólogo conservacionista del zoológico de Denver, esta de acuerdo con Cabeza. “No podemos decir que las aves de rapiña indican la existencia de biodiversidad, porque aun entre grupos pequeños se puede encontrar de todo, desde pequeñas serpientes hasta halcones cola-roja que pueden comer lo que sea y sin remilgos”, señaló. “Por ello, debemos trabajar área por área y caso por caso”.

La planificación para la conservación de áreas naturales no debe centralizar su atención en la presencia de predadores. La iniciativa para la conservación de Yellowstone en Yukon ha propuesto crear reservas en las Montañas Rocallosas en aras de proteger el oso grizzly, el lobo y el lince, y es correcto. Pero no cualquier área puede protegerse con el mismo criterio. “Por ejemplo, en Sudáfrica, los conservacionistas nunca deben designar región protegida únicamente bajo el criterio de la existencia de carnivoros”, señaló Bob Smith, un biólogo conservacionista de la Universidad de Kent. “Deberán elegir el área en base a la existencia de diversas especies de plantas e insectos y entonces añadir la presencia de carnívoros. No es posible trabajar de otra forma en los alrededores”.

Sergio Fabritzio añade que es necesario tener precaución cuando se explican los resultados de una investigación, pero insiste que ningún grupo de animales o plantas, por sí mismo, ha mostrado ser el mejor indicador que los predadores. “No debemos minimizar el criterio de los predadores, y en especial de la presencia de las aves y pájaros para calificar un ecosistema y la biodiversidad”, señaló.

En esta etapa, desea que entendamos que la relación entre los predadores y la biodiversidad es un indicador que va más allá de lo que significa conservar un área reservada. “Algunos investigadores están observando cómo aplicar algunos criterios de conservación y otros están estudiando el ecosistema desde el punto de vista biológico”, señaló Sergio Frabitzio.

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