Portal ANIAME

Eliminación de arancel a la importación de aceites Programa de Certificación de Calidad ANIAME Revista ANIAME Mensajes del presidente Reportajes Economía Tecnología Salud y nutrición Commodities Medio ambiente Seminario Notas de aceite Cultura Libros Crónica Entrevistas Mercados Datos Técnicos ACEITE DE PALMA Esquema del proceso de aceites comestibles Apéndice Calidad Biotecnología
Buscar
Búsqueda avanzada
El pronóstico del clima
 

Salud y nutrición


La cuenta de calorías no es una tarea fácil.

Por
Ago 22, 2008, 09:41

El número de calorías que necesita quemar el organismo por cada medio kilo de peso no es algo fácil de calcular ni es algo constante.

 

El dejar de comer grasa saturada o chocolate tendrá un efecto muy diferente en el peso de una persona a otra. Por más de un siglo, los dietistas han sostenido una doctrina muy simple: para perder medio kilo de peso es necesario quemar más de 3,500 calorías, por encima de las que se ingieren diariamente. La norma de las 3,500 calorías ha llegado a ser una constante universal en el complejo cálculo que se tiene que hacer para perder peso, pero la verdad es que el asunto no es tan simple: un nuevo modelo matemático predice que el déficit de energía que se requiere para perder medio kilo depende de cómo una persona procesa las grasas.

 

De acuerdo con el modelo 3,500 calorías por medio kilo es una estimación razonable para todos aquellos que están moderadamente obesos, pero no necesariamente es efectiva para otros. Cuando se está a dieta, aquellos que tienen un alto porcentaje de grasa corporal podrán perder principalmente grasa; mientras que, las personas delgadas podrán perder una proporción muy alta de masa corporal, que puede ser de músculos o tejido del hígado.

 

En vista de que la masa corporal almacena menos energía por gramos que la grasa, el modelo predice que las personas que están bien balanceadas requieren un menor déficit calórico para estar en el peso adecuado. Pero no todo esto es fácil de lograr.

 

Los resultados indican que llevar a cabo este modelo no necesariamente significa que es fácil para las personas delgadas ganar peso, afirmó Kevin may, biofisciólogo del Instituto Nacional para la Salud en Bethesda, Maryland. La masa corporal del cuerpo sin balance adecuado utiliza una mayor cantidad de la energía corporal que lo que hace la grasa, entonces, para un cuerpo sin masa corporal balanceado puede reducir las necesidades totales de energía. Además, una persona que mantiene una dieta constante, de pronto puede perder peso, como si fuera un cuerpo pequeño que necesita menos combustible para mantenerse a sí mismo.

 

Al inicio de la investigación, Hall empezó por estar sorprendido acerca de la norma de las 3,500 calorías cuando se embarcó en el proyecto para realizar un modelo de regulación del peso. “Me tomó mucho tiempo trazar un nuevo proyecto para descartar ese modelo”, afirmó Hall. “Los dietistas están probando la nueva idea; los libros de texto lo anotan. Pero ninguno me ha podido decir y mucho menos explicar cómo se lleva a cabo”.

 

Todo esto inició con un estudio que se publicó en 1950 con el objeto de controlar o bajar el peso en mujeres con sobrepeso. Desde entonces, los científicos han aprendido que no cualquier persona pierde peso de la misma manera. “Uno de los argumentos más importantes fue que cuando las personas pierden peso, también pierden grasa en los tejidos”, señaló Hall. “Sabemos ahora que no es cierto. También se pierde masa corporal”.

 

Hall decidió calcular la reserva de energía en la masa corporal sin balance. Encontró que la densidad de energía de la masa corporal en cuerpos sin balance era cinco veces menos que la densidad de energía en grasa. Los resultados de la investigación fueron publicados en el número de Marzo de International Journal of Obesity.

 

Cuando la masa corporal del cuerpo sin balance fue incorporado en los modelos para perder peso, surgió una diferencia muy clara. Para algunos que pesan 100 kilos y quieren perder 5 kilos, la regla de impulso trabajaba muy bien: tienen que quemar cerca de 39,000 un número superior a las calorías que utilizan. Si se asume que no hay cambios en el uso de energía y se mantiene un porcentaje diario de 2,000 calorías en alimentos, significa que se elimina un equivalente a dos barras de chocolate diario (cerca de 500 calorías) por 2.5 meses. Pero si acumulamos la misma pérdida de peso en una persona de 50 kilos la pérdida de calorías de dos tercios es muy grande.

 

Materia de peso

 

El crecimiento que está relacionado con la obesidad ha llevado también a la comprensión de la pérdida de peso, afirmó Steven Haymsfield investigador de la compañía farmacéutica Merck. Heymsfield señaló que algunas compañías, incluyendo Merck, han lanzado estudios de pérdida de peso a gran escala que incluyen métodos para medir la composición corporal. “Aquí hay un gran interés por comprender la regulación de los cambios a largo plazo del peso corporal”, señaló Heymsfield. “Usted querrá saber si la dinámica de una persona de 60 años que emprende una dieta tiene que ser la misma que la de una persona de 20 años. Lo más probable es que no sea igual. En 2002, Heymsfield y sus colaboradores mostraron que el déficit de energía requerían para perder peso variaban de un hombre a una mujer, y entre un niño, una persona joven y un anciano. Los resultados estuvieron acordes con los resultados de Hall: las mujeres –que tienen un alto porcentaje de grasa corporal que los hombres- requieren un déficit calórico más alto para perder peso. De igual forma, una persona que tiene 70 años necesita un déficit más grande para alcanzar la misma cantidad de pérdida de energía que una persona de 35 años. ¿Todo lo anterior significa que los libros de texto tienen que ser revisados y ponerlos al día? Hall señala que para las personas obesas, la ecuación original de las 2,500 calorías trabaja razonablemente bien. “para todos aquellos a los que recomienda perder peso, la regla no es tan mala”, añade Hall. Añadir más datos a la ya de por sí complicada manera de contar calorías, con estos avances de la ciencia, puede acabar por complicarla.

 

*Fuente: Haidi Ledford. Nature online, 10.1038, 2008.688.

Enviar por e-mailVersión para imprimir