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Crisis alimentaria mundial: Oportunidad para fortalecer la cadena agroindustrial de aceites, grasas y proteínas.

Por Lic. Enrique García Gámez
Ago 20, 2008, 14:55

 

El mercado mundial de granos y oleaginosas obedece a una nueva dinámica. Existen hoy factores de oferta y demanda que juegan un papel fundamental en el proceso de determinación de los costos de estas importantes materias primas y que explican el drástico incremento en los precios de los alimentos durante el último año.

 

Desafortunadamente, la mayoría de los gobiernos está instrumentando medidas de emergencia, soluciones coyunturales de corto plazo, para enfrentar esta crisis alimentaria. Estrategias como restricciones a las exportaciones que al final del día simplemente contribuyen a hacer aún más escasa la oferta mundial de materias primas agrícolas. En opinión de diversas voces especializadas, algunas de las nuevas variables del mercado mundial definen más bien una problemática estructural, es decir, de largo plazo.

 

En la industria aceitera mexicana compartimos esta visión: por lo que es indispensable aprovechar la actual crisis alimentaria para dar un giro de timón e impulsar una serie de estrategias que permitan incrementar la productividad y competitividad de cada uno de los eslabones de la cadena agroindustrial de oleaginosas.

 

Respecto al fundamental primer eslabón de nuestra cadena productiva, la actual situación de altos precios de los cultivos agrícolas es una gran oportunidad para fomentar una mayor producción de semillas oleaginosas en México, nuestros insumos básicos. Mediante esta reconversión de cultivos se estarían cumpliendo objetivos que representarían un cambio estructural para el campo mexicano productor de oleaginosas, tales como aumentar el abastecimiento local de materias primas, sustituir importaciones de semillas, aceites y pastas oleaginosas, ayudar a que los agricultores tengan ingresos más altos y tener una utilización más eficiente del agua para riego.

 

Con el cumplimiento gradual de estos objetivos, la cadena agroindustrial de oleaginosas estaría siguiendo muy de cerca algunas de las acciones sugeridas en el plan de medidas del Banco Mundial para enfrentar la crisis alimentaria.

 

La propuesta de este organismo internacional de gran influencia incluye algunas de las preocupaciones más importantes del sector aceitero nacional, destacando particularmente la solicitud de que, en especial en Estados Unidos y Europa, se reduzcan los subsidios, las metas y los aranceles sobre los biocombustibles producidos con maíz y semillas oleaginosas y cuyos subproductos están impactando negativamente la producción de oleaginosas en México, por su entrada al país en condiciones de competencia desleal.

 

En particular, la industria aceitera nacional ha insistido en la eliminación de los esquemas de aranceles diferenciados a la exportación de oleaginosas y sus productos que son ampliamente utilizados en algunas naciones asiáticas y de América del Sur como restricciones permanentes al libre comercio de materias primas agrícolas.

 

Precisamente por estos últimos puntos, es necesario impulsar la continuación de las negociaciones sobre agricultura dentro del foro multilateral de la Ronda de Doha para lograr un comercio agrícola mundial menos restringido.

 

En conclusión, parecería ser que esta problemática global nos debería llevar a la reflexión de que para resolverla requerimos primero, un enfoque de largo plazo, estructural, y en segundo lugar, que nuestras acciones tiendan hacia una mayor apertura, contrario a lo que están haciendo algunas naciones productoras de granos y oleaginosas.

 

De nueva cuenta, en estos tiempos de crisis, con una problemática que viene de fuera, hay mucho que hacer hacia dentro del país y de la cadena de oleaginosas. No cabe duda que cada reto que enfrentamos representa también una gran oportunidad.

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